jueves, 14 de abril de 2016

El anciano en la caverna

La pregunta tocó una fibra sensible y solo el eco de una gota rompió el silencio de la caverna. Como el oráculo que era, la había visto venir, pero eso no hizo menos doloroso el recuerdo.
-Cuando el Dios de los hombres dejó de ser Dios, el orden del cielo y el infierno no duró demasiado, volviendose pronto insostenible. El todo poderoso ya no lo era más, y sus adversarios se erguian triunfantes, probandose más dignos, imperecederos, poderosos, auténticos.

Hizo una pausa, como si otra persona hubiese hablado en su lugar, y dejó escapar un suspiro de pesar.
-No tienes ni mierda idea del desastre que resultó. Cada quien por su cuenta y todo marchando cuesta abajo. Fue como si tres personas intentasen jugar ajedrez juntas. Y el tablero estubiese roto.

Ella se tomó un minuto para asimilar las palabras del oráculo. Cuantos terribles conocimientos habian en aquel famélico y mustio anciano. Le aterraba la falta de vida de sus ojos, y aun asi no podia dejar de mirarlos.
Lo único que pudo hacer fue soltar una respuesta corta, irrespetusa y tan predecible como todas las respuestas humanas.
-Estamos cagados hasta el cuello.

El terrible anciano la miró desde lo alto de su silla de piedra y le respondió casi sintiendo lastima por ella.
-Siempre lo han estado.